Como he mencionado en posts anteriores, el
diagnóstico de cáncer conlleva cierto impacto emocional tanto para el niño como
para la familia. Las implicaciones son distintas según la fase en que se encuentre,
iniciaré compartiendo las reacciones emocionales en la fase previa al
diagnóstico: la hospitalización.
Esta fase es
de las más bruscas para el niño, pues es el primer paso del cambio en su
rutina, primero pierde contacto con su entorno habitual, con la escuela,
amigos, etc., incluso debe separarse de su hogar, hermanos y del resto de la
familia. El niño llega al hospital sin explicación previa y le cuesta trabajo
comprender la necesidad de esta situación, para él es un lugar extraño, rodeado
de personal desconocido. En esta fase comienzan los procedimientos dolorosos y
las intervenciones quirúrgicas.
Es probable
que el niño tenga dificultades para adaptarse al entorno hospitalario, que
altere su sueño y alimentación, se aísle y sienta miedo y ansiedad.
Es importante
que nos informemos de estas implicaciones, y tengamos la mayor información
posible ya que esto da control y poder, el conocimiento nos brinda la
oportunidad de poder tomar mejores decisiones como paciente, familiar, amistad,
sociedad, etc.
Fuente: AECC
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