Cuando comienza el tratamiento,
tanto los padres como el niño ya están más integrados al entorno hospitalario, por lo tanto el
estado de ánimo es más positivo, además la posibilidad del tratamiento brinda
un aire esperanzador. Las reacciones emocionales serán conforme al tratamiento
oncológico:
Quimioterapia: la estabilidad emocional se ve afectada
principalmente por la caída del cabello (alopecia) y la neutropenia (anemia,
hemorragias o disminución de defensas). La primera presenta lleva a evitación
social o retraimiento, en cambio la segunda es necesario aislar al paciente,
más de lo que ya está.
Radioterapia: genera ansiedad y soledad, pues el niño permanece
aislado, esto incrementa las fantasías de dolor y el miedo a lo desconocido.
Cirugía: el desconocimiento del proceso y la extrañeza del
medio así como la separación de sus padres provocan ansiedad. Cuando se trata
de amputación parcial o total de un órgano exterior afecta la autoestima del
niño, pues su imagen corporal se altera.
Trasplante de médula: las condiciones de aislamiento son más
rigurosas, por lo tanto el impacto es mayor.
Como mencioné al inicio, esta
fase se inicia con una actitud más positiva, es vital mantener la esperanza y
el apoyo para que el tratamiento no cause una recaída emocional.
Fuente: AECC
No hay comentarios:
Publicar un comentario