Diagnosticar el cáncer infantil
implica numerosas pruebas para determinar el tipo, la localización y extensión
del mismo. Las principales pruebas y procedimientos son:
Análisis clínicos: análisis de sangre, de orina, de líquido
cefalorraquídeo.
Pruebas por imagen: se enfocan a órganos específicos, destacan las
radiografías, Tomografía Axial Computerizada (TAC o scanner), Resonancia
Magnética Nuclear (RMN), ecografía, medicina nuclear (Gammagrafía), Tomografía
de Emisión de Positrones (PET).
Pruebas endoscópicas: para ver el interior de un órgano o cavidad a
través de un tubo; colonoscopía (colon y recto), gastroscopia (estómago),
broncoscopia (bronquios y pulmones).
Pruebas histológicas: es el estudio microscópico de las células,
obtenidas por diversos métodos (citología, biopsia...).
Dado que se necesita un
diagnóstico sumamente preciso, se realizan diversas pruebas, esto puede
resultar molesto para el niño, sin embargo, esto permitirá que se determine el
tratamiento más adecuado.
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