martes, 11 de septiembre de 2012

La magia de una visita

Al enfrentar el cáncer, los niños presentan síntomas físicos de la enfermedad y del tratamiento, como son los vómitos, náuseas, pérdida de peso o fatiga, pero también se ven afectados en lo emocional, es común que experimenten ira, soledad, depresión, ansiedad, estrés, preocupación por el dolor o miedo a separarse de sus padres y de su entorno durante las hospitalizaciones.
Ahí radica la importancia del voluntariado y los frutos de esta labor. Ante estas emociones que experimentan los niños, el hecho de que alguien vaya a jugar con ellos, conviva, platique o los haga reír impacta de diversas maneras.
El fin es apoyar anímicamente a los pacientes y a sus familias, que puedan mejorar su calidad de vida a través de la convivencia. El objetivo de todo voluntario debe ser inyectar vida y crear lazos de empatía, amistad, confianza y amor. 
Esta convivencia contrarresta el miedo, la soledad o el enojo, cambia el entorno, los hace más positivos y los dirige hacia una curación ya que el cáncer, así como la diabetes y otras enfermedades, está condicionado por las emociones. Así pues, estar más accesible en su tratamiento ayuda a que evolucionen más rápido en su terapia.
No cabe duda que mientras para algunos podría tomarse como una simple visita, para estos campeones de la vida implica la alegría que los impulsa a curarse y seguir luchando, así como por mostrar siempre una sonrisa y mirar la vida positivamente aún ante la adversidad.


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